miércoles, 31 de marzo de 2021

LOS LIBROS QUE HABLAN DE LA MUERTE SE LEEN DE MANERA DISTINTA CUANDO ÉSTA HA LLEGADO ANTES QUE ELLOS.

EN BLANCO.

21 de marzo del 2021.

Por: Pym.


No es un secreto que alguien lo sepa: leer es siempre la búsqueda de eso que un día perdimos.”

Marco Antonio Murillo

 

Los libros llegan en el momento adecuado. ¿Cuál es ese momento?, lo sabemos reconocer cuando llega, tenemos esa intuición de lectores.

Para recomendar este libro necesito compartir con ustedes una serie de momentos.

Ya habían pasado algunos minutos, no sé cuántos en realidad, yo aún seguía sin poder creer que mi abuelo había cerrado los ojos para siempre. En un momento detenido, me avisan que mi libro (porque ya era mío), había llegado.

 

Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos.

 

Con lágrimas en los ojos, tomé el celular y le escribí a Marco Antonio Murillo, presumiéndole que un ejemplar de su obra ya estaba conmigo, en una plática breve concretamos, a petición mía, una charla. Por ajetreos del momento, pude leer el libro el fin de semana.

Teniendo entre mis manos el libro que este año recibe el Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, con diseños de flores y una portada que evoca a la naturaleza, comencé a tomar las hojas y descubrir Biologías, Cantos, Imaginaciones y Epílogo, se puede encontrar un jardín selecto que el autor nos comparte a través de sus poemas, y evoca, al inicio, a Eduardo Lizalde, Humbold, a Emily Dickinson:

The Emily Dickinson´s Herbarium

 

Todo poema es un arte botánica.

Lo dijo Emily Dickinson,

o cuando menos lo pensó,

mientras diseccionaba un par de versos

y oía el aire tímido de Massachusetts

correr entre los árboles que visitaban Main Street.

 

Rota alcancía de olores

fue el poema, era una mañana

de sabiduría vegetal:

las estrofas

saltaban de los espinos de la memoria

y se confundían con los fantasmas del olfato.

 

De pronto, escribir

se parecía a salirse de nuevo

de la habitación (casi siempre cerrada)

y encontrar alguna flor que aún hable del frío:

cómo el invierno nunca muere,

cómo persiste en las fibras

que retuercen la primavera.

 

El Lilium lancifolium, por ejemplo, o lirio tigre,

era como apretarse el calor en los huesos

y escribir contra el herbario:

es tan poco el trabajo de la hierba, al morir

debe deshacerse en fragancias

que se queman dormidas.

 

Es tan poco el trabajo del poema

que apenas si abona algo a la tierra,

ese sentir que tras cada línea,

cada verso recién regado,

los muertos

nos dan el último nervio de su juventud.

 

O acaso afuera de la habitación, lejos

de una mesa dispuesta para la soledad,

las hierbas, las plantas y los árboles

 sin más fruto que la muerte de la tarde,

nada dicen

de esta vida, sólo crecen esperando

a que las estaciones o las pisadas

de algún animal digan algo por ellos.

  

A través de su poesía, nos muestra una mirada distinta del jardín, las flores y los insectos, en fin, todo aquél que habita en aquel lugar secreto de la mano con la muerte, ese proceso biológico que llevan los seres vivos.

No podría hacer justicia con mis palabras a este libro que tengo entre mis manos, pues lo he releído como una biblia.

Mi abuelo era un árbol, un árbol fuerte y grande, un árbol que, con el tiempo, su tiempo de 103 años, regresó a la tierra, sus ramas crujieron y lanzó el último suspiró al viento. Los libros que hablan de la muerte se leen de manera distinta cuando ésta ha llegado antes que ellos, pues no hacemos una reflexión objetiva, no queremos entender por qué la muerte hizo tal cosa o por qué llega sin aviso; a veces no sabemos cómo hablar de ello o escribirlo, sólo quería estar en silencio y en mi silencio tuve una plática con el jardín del autor: Días de Carlos cuando despertó.

Una estación en tránsito, tal vez eso somos.

Esto lo escribo un día antes de que se cumpla la semana de su muerte y evoco (Salmo nueve), como la naturaleza de la muerte, de lo humano y esa ciencia que podemos tocar a través de las páginas de este libro, deseo con mi corazón que todos puedan acercarse a la obra de Marco Antonio Murillo, en nuestra época que todo se desgasta más rápido de lo común; la naturaleza, ese lugar que habitamos y nos habita, valdría cada segundo intentar reconectarnos con ella, pues a través de ella entendemos la vida y la muerte. Nos tocó vivir el tiempo en que todo se acaba en un abrir y cerrar de ojos, nos tocó el año de las despedidas y Tal vez el crecimiento de un jardín sea la única forma en que los muertos pueden hablarnos, sea lo que su creador nos dice:

 

domingo, 21 de marzo de 2021

PARA UN CORAZÓN EN UN PUERTO.

EN BLANCO.

21 de marzo del 2021.

Por: Pym.

IG: @marc0photos 

    Definir a la poesía, es como encerrarla en una jaula, cuando la poesía tiene alas.

Intentarlo, no podría.

¿Quién inventó la poesía?

El ser humano tuvo la necesidad de comunicarse, a través de los medios que reconoció en la humanidad y la naturaleza descubrió una posibilidad infinita de creación. La expresión poética en la diversidad lingüística se ha ido transformando, pero nos ha mantenido unidos. Un poema, un libro, una narración oral o escrita vive cada vez que se practica, se enseña y no deja de dar vueltas por el mundo. 

Pienso que la poesía nació porque el ser humano reconoció su mortalidad, se reconoce como un ser tangible y con emociones, porque al abrir los ojos y ver un ave quiso escribir acerca de su canto, porque conoce del sufrimiento, la soledad y la resignación, conoce el amor. 

Entonces encontramos a Emily Dickinson, escribiendo desde su habitación:

5[1]

Tengo un pájaro en primavera

para mí sola canta­—

la primavera seduce.

Y cuando el verano se acerca—

y cuando la rosa aparece,

el pájaro se va.

 

Y asimismo no me quejo

sabiendo que ese pájaro mío

a pesar de haberse ido —

estudia más allá del mar

melodías nuevas para mí

y volverá.

 

Raudas en mano más segura

contenidas en tierras más naturales

son mías—

y aunque ahora partan,

digo a mi desconfiado corazón

son tuyas.

 

En un sereno brillo,

En una más dorada luz

Veo

cada ínfima duda y temor,

cada pequeña discordia acá

terminada.

 

Entonces no me lamentaré,

Sabiendo que este pájaro mío

aunque haya volado

en un distante árbol

deslumbrante melodía para mí

volverá. 


Las biografías comentan que ella no salió de casa para escribir poemas, además, que pocos de ellos conocían de sus escritos y sólo unos cuantos fueron publicados, su obra literaria fue ignorada mientras ella vivía, fue hasta después de su muerte cuando su hermana descubre los otros poemas que no habían visto la luz. Entonces comenzaron las traducciones y hoy tenemos algunas antologías que nos muestran la creación de Emily Dickinson, ninguna palabra mía podría hacer justicia a la belleza de sus cantos, recomendar su lectura sería lo más apropiado. A ella la encuentro en la naturaleza, en el pequeño bosque en el que me ha tocado crecer, la veo a través de mi ventana y me indica que hoy es un buen día para sentir la poesía.

Después con Sor Juana Inés de la Cruz, poesía que nos da libertad y entrega, libertad de escribir y se entrega a lo que se ama. En la búsqueda de la pasión por la poesía, tuvo que desafiar a las leyes impuestas por la sociedad, en su mayoría hombres. Con los dones de su pluma y su inteligencia, adelantada a su época, nos da regalos inmortales, poemas, poesía y palabras.

 

Puro amor, que ausente, y sin deseo

de indecencias, puede sentir lo que el

más profano.[2]

 

[…]

 

Ser mujer, ni estar ausente,

no es de amarte impedimento,

pues sabes tú que las almas

distancia ignoran y sexo.

 

[…]

 

¿Cómo hablar de ella sin sentir pertenencia en sus poemas?, quiero decir, mis sentimientos les pertenecen a sus textos, la poesía que ella manifiesta trasciende entre nosotras, mujeres, de quien reconoció el trabajo que desempeñaban día con día y a través de su voz también sintió libertad, así lo veo, así puedo sentir sus palabras, mexicana, Rosario Castellanos tiene un amplio pasaje de libros y poesía, recomiendo todos, todos los que de ella encuentres.

Bella dama sin piedad[3]

 

Se deslizaba por las galerías.

 

No la vi. Llegué tarde, como todos,

y alcancé nada más la lentitud

púrpura de la cauda; la atmósfera vibrante

de aria recién cantada.

 

Ella no. Y era más

que plenitud su ausencia

y era más que esponsales

y era más que semilla en que madura el tiempo:

esperanza o nostalgia.

 

Sueña, no está. Imagina, no es. Recuerda,

se sustituye, inventa, se anticipa,

dice adiós o mañana.

 

Si sonríe, sonríe desde lejos,

desde lo que será su memoria, y saluda

desde Su antepasado pálido por la muerte.

 

Porque no es el cisne. Porque si la señalas

señalas una sombra en la pupila

profunda de los lagos

y del esquife sólo la estela y de la nube

el testimonio del poder del viento.

 

Presencia prometida, evocada. Presencia

posible del instante

en que cuaja el cristal, en que se manifiesta

el corazón del fuego.

 

El vacío que habita se llama eternidad.

 

Bajo el seudónimo de Ellis Bell, Emily Brönte escribe poemas en sus diarios íntimos, además de Cumbres Borrascosas, llegó a mis manos un pequeño librito de segunda mano del año 1967, con el texto original, entre sus poemas nos transmite la cotidianidad de sus días y la belleza del lenguaje que, al leerlos en otro idioma, podemos escuchar el ritmo y la música de los poemas.

Redbreast, early in the morning[4]

 

Redbreast, early in the morning

Dank and cold and cloudy grey,

Wildly tender is thy music,

Chasing angry thought away.

 

My heart is not enraptured now,

My eyes are full of tears,

And constant sorrow on my brown

Has done the work of years.

 

It was not Hope that wrecked at once

The spirit’s calm in storm,

But a long life of solicitude,

Hopes quenched and rising thoughts subdued,

A bleak November’s calm.

 

What woke it then? A little child

Strayed from its father's cottage door,

And in the hour of moonlight wild

Laid lonely on the desert moor.

 

I heard it then, you heard it too,

And seraph-sweet it sang to you:

But like the shriek of misery

This wild, wild music wailed to me!

 

Y en mi primer taller de poesía me presentaron a Anne Carson con La belleza del marido, un ensayo narrativo en 29 tangos, ahí logré identificarme con un tango, una ocasión vi publicado mi cuento sin mi nombre, no en mi perfil, alabándolo a él, por palabras que no eran suyas. La poesía logra sanarnos, desde adentro.

II. PERO UNA DEDICATORIA SOLO ES AFORTUNADA SI SE REALIZA

EN PRESENCIA DE TESTIGOS. ES ESENCIALMENTE UNA PÚBLICA

RENDICIÓN COMO LA DE ESTANDARTES EN UNA BATALLA.[5]

 

Sabes hace años estuve casada y cuando se fue mi marido se llevó mis

libretas.

Libretas con espiral.

Ya sabes ese frío y ladino verbo escribir. Le gustaba escribir, no le gustaba

tener que empezar

él mismo cada pensamiento.

Utilizaba mis comienzos con varios propósitos, por ejemplo en un bolsillo

encontré una carta que había empezado

(a su amante de aquel momento)

que contenía una frase que yo había copiado de Homero: ’ eντροπαλιζομʹενη,

es como cuenta Homero

que Andrómaca se fue

cuando se separó de Héctor: «mirando a menudo hacia atrás»

bajó

de la torre de Troya y fue a través de las calles empedradas a la casa de su

leal

marido y ahí

con sus mujeres entonó un lamento por un hombre con vida en su propia

morada.

Leal a nada

mi marido. ¿Entonces por qué le amé desde la temprana adolescencia hasta

entrada la madurez

y la sentencia de divorcio llegó por correo?

La belleza. No tiene mucho secreto. No me da vergüenza decir que le amé por

su belleza.

Como volvería a hacerlo

si se acercara. La belleza convence. Ya sabes que la belleza hace posible el

sexo.

La belleza hace al sexo sexo.

Tú lo entiendes mejor que nadie... silencio, pasemos

a las situaciones naturales.

Otras especies, que no son venenosas, a menudo tienen coloraciones y

estampados

parecidos a las especies venenosas.

Esta imitación de una venenosa por otra especie que no lo es se llama

mimetismo.

Mi marido no era mimético.

Hablarás sin duda de los juegos de guerra. Me oíste quejarme a menudo

cuando estaban aquí toda la noche

con los tableros tirados y tapetes y lucecitas y cigarrillos como la tienda de

Napoleón,

supongo, ¿quién podía dormir? Después de todo mi marido era un hombre que

sabía más

acerca de la batalla de Borodino

que sobre el cuerpo de su propia mujer, mucho más. La tensión se derramaba

por las paredes

y el techo,

a veces jugaban desde el viernes por la noche hasta la mañana del lunes sin

parar,

él y sus pálidos y furiosos amigos.

Sudaban mucho. Comían carne de los países en los que jugaban.

Los celos

no eran precisamente una pequeña parte de mi relación con la batalla de

Borodino.

Lo odio.

¿Ah, sí?

Por qué jugar toda la noche.

Es en tiempo real.

Es un juego.

Es un juego real.

Es eso una cita.

Ven aquí.

No.

Necesito tocarte.

No.

Sí.

Aquella noche hicimos el amor «de manera real», cosa que no habíamos

intentado

aunque lleváramos seis meses casados.

Gran misterio. Ninguno de los dos sabía dónde poner la pierna y hasta hoy

aún no sé

si lo hicimos bien.

Parecía feliz. Eres como Venecia dijo encantador.

A la mañana siguiente temprano

escribí una breve conferencia («Sobre la desfloración») que me robó y publicó

en una pequeña revista trimestral.

Por encima de todo esa era una característica interacción entre nosotros.

O debería decir ideal.

Ninguno de los dos había estado nunca en Venecia.


También en ese mismo taller conocí a Wislawa Szymborska, la Antología Poética que tengo en este instante abierto para elegir un poema, ella dice: “Todo está en mis poemas.”  

La mujer de Lot[6]

 

Miré atrás por curiosidad.

Mas curiosidad aparte, pude tener otras razones.

Miré atrás de pena por la fuente de plata.

Por descuido, mientras ataba la correa de mi sandalia.

Para no mirar más el cogote justo

de mi esposo, Lot.

Por la súbita certeza de que, si muriera,

ni siquiera se habrían detenido.

Por la desobediencia de los sumisos,

de la persecución.

Tocada por el silencio, esperando que Dios cambiara de

parecer.

Nuestras dos hijas ya desaparecían detrás de la cima de la

colina.

Sentí la vejez en mí. La lejanía.

La vanidad de viajar. El sueño.

Miré atrás al poner el hatillo en el suelo.

Miré atrás por temor a dónde dar el paso.

En mi sendero aparecieron serpientes,

arañas, ratones, polluelos de buitres.

Ya ni lo bueno ni lo malo —simplemente, todo lo vivo,

reptaba y saltaba en pánico colectivo.

Miré atrás por mi soledad.

Por vergüenza de estar huyendo a hurtadillas.

Por ganas de gritar, de regresar.

O quizá sólo cuando arreció el viento,

soltó mi cabello y me levantó el vestido.

Sentí que me miraban desde las murallas de Sodoma

y rompían en carcajadas una y otra vez.

Miré atrás por rabia.

Para saciarme de su gran perdición.

Miré atrás por todas las razones arriba expuestas.

Miré atrás de forma involuntaria.

Fue sólo una piedra la que giró rugiendo bajo mi cuerpo.

Fue una grieta la que, de súbito, me cortó el camino.

En el borde un hámster se agitaba sobre sus dos patas.

Y fue entonces cuando ambos miramos atrás.

No, no. Yo seguí corriendo,

arrastrándome y levantando el vuelo,

hasta que la oscuridad cayó del cielo,

y con ella la gravilla ardiente y las aves muertas.

Por falta de aliento giré repetidas veces.

Quien lo viese habría pensado que bailaba.

No descarto que tuviera los ojos abiertos.

Es posible que me desplomara mirando hacia la ciudad.

 

En este recorrido de poesía creada por mujeres, viene a mi memoria un fragmento que coloqué una caja de moños:

15[7]

Extraño desacostumbrarme

de la hora en que nací.

Extraño no ejercer más

oficio de recién llegada.

 

Minutos después llené a mi habitación con el Árbol de Diana, Alejandra Pizarnick aún mantiene a los pétalos de mis flores con las cuatro estaciones. Si no la menciono estaría faltando a mis primeros encuentros con la poesía, fue ella que, a través de sus palabras, arropó mis días universitarios.

 

Con esta selección de encuentros emotivos, dejo al alcance poesías de las plumas que se encuentran en mi oficio de lectora. Con gusto espero sus recomendaciones y comentarios. Disfrutemos de la poesía, en los libros, y en la música, en todas partes, la poesía está donde uno se siente libre.

 



[1] Dickinson, E., 2019, Poemas, Editorial Planeta Mexicana, bajo el sello editorial Austral.

[2]de la Cruz, S.J.I., 2018, Ecos de mi pluma. Antología en prosa y verso, Penguin Random House.

[3] Castellanos, R., 1984, Bella dama sin piedad y otros poemas, Fondo de Cultura Económica.

[4] Brontë, E., 1967, Wuthering Heights and Selected Poems, Pan Classics.

[5] Carson, A., La belleza del marido, un ensayo narrativo en 29 tangos, Lumen.

[6] Szymborska, W., 2018, Antología Poética, Colección Visor de Poesía.

[7] Pizarnik, A., 2017, Poesía Completa, Lumen. 


 


lunes, 8 de marzo de 2021

NUESTRA HISTORIA.

EN BLANCO.

8 de marzo del 2021.

Por: Pym.

Laura Barocio

    ¿Cómo inició nuestra historia?, ¿cómo fue que en realidad nos crearon?, ¿qué pensaron cuando nos estaban creando?, ¿por qué nos dijeron que al sangrar y tener dolencias en nuestro cuerpo era un castigo o un pecado?, ¿por qué nos asignaron las tareas del hogar?, ¿por qué sólo éramos una máquina para criar hijos?, ¿por qué no nos permitían leer ni escribir?, ¿por qué Eva era una mentirosa que engañó al hombre?, ¿por qué fue ella la que se comió la manzana?

No sabemos cómo inició, nos han dicho tantas cosas que hemos desconfiado hasta de nuestra naturaleza, no sabemos tantas cosas pero estamos en la búsqueda de todo eso que aún no sabemos. Hemos tenido que buscar un lugar en nuestra historia donde nos respeten como seres humanos, como personas pensantes, que merecemos amor, respeto y que valemos tanto como mujeres. Brujas por saber de ciencia y de artes, mujeres, mujer, sexo femenino, el segundo sexo. Así nos nombraron pero hay más de todo eso.

En el camino de nuestra búsqueda hemos tenido que luchar por la reivindicación de nuestros derechos y nuestra autonomía, por la lucha de nuestra libertad y por si eso no bastara, por la lucha de nuestra paz. Biológicamente en algunos aspectos, nosotras no somos iguales a ustedes, nuestra matriz, nuestros pechos, nuestra sangre de cada mes, nos hace diferentes a ustedes, esa diferencia nos ha marcado a lo largo de nuestra vida, porque cuando nuestros cambios empiezan a hacerse más notorios, tenemos que esconder nuestra falda o pantalón sangrados, esconder nuestros pechos porque ya crecimos y estamos en la mira de ellos. Dicen que cuando nuestra matriz comienza a ovular ya estamos listas para ser mamás, y luego nos venden como si tuviéramos un precio, y nos juzgan por no querer serlo. Pero tenemos un cerebro pensante, dos brazos, dos piernas que a veces tenemos que esconder porque las pueden tocar sin nuestro permiso. Tenemos un cuerpo que amanece en partes, con signos de violencia o tirado a cientos y cientos de kilómetros en un lugar desconocido; tenemos un cuerpo que no respetan, tenemos ideas que no toman en cuenta y una voz que no es escuchada y todavía tenemos que sentirnos culpables por ser mujeres.

Con el tiempo nuestras instituciones incluyeron en los Códigos Penales un tipo penal conocido como feminicidio, el cual se aplica cuando se da una muerte violenta a mujeres por razones de género, es la forma más extrema de violencia contra la mujer, las otras formas menos extremas” son la discriminación, violación, el abuso sexual,  el acoso sexual, el hostigamiento sexual, el asedio sexual, aprovechamiento sexual, el acoso laboral y violencia familiar.

Después de este listado parece que este mundo no fue creado para nosotras, porque tenemos que luchar por obtener un lugar seguro, o nosotras no fuimos creadas para este mundo. Así parece porque nos matan y nos intimidan. Tener que luchar, una lucha que parece interminable, un odio que se nos ha impuesto sólo por ser mujeres.

Todos, como sociedad, tenemos que educarnos y reconstruirnos para respetarnos los unos con los otros. Tenemos que aprender a no competir entre mujeres, a no compararnos, a no sentirnos menos por nuestras características, tenemos que dejar de ponernos límites entre nosotras. Este mundo ya es difícil para nosotras, ¿por qué hacerlo aún más difícil entre nosotras?

Tengo que reconocer que he aprendido y que me falta mucho por aprender, pero quiero agradecer a todas aquellas mujeres que han estado en el camino para tomarme de la mano y decirme “no estás sola”. 

Como mujeres tenemos nuestra historia, por ello es que hoy estamos aquí, y aún falta mucho por hacer, pero no podemos hacerlo solas, no cuando en México no ha llegado a la presidencia ninguna mujer, no cuando nos ponen muros; la lucha de las mujeres no tiene partidos políticos, no pertenecemos a esas instituciones que no nos han escuchado, no cuando aún nos dicen que esa ambiente sólo es para hombres. No podemos detenernos cuando nuestras niñas están en la calle siendo violentadas, o cuando están siendo abusadas por sus propios familiares. No podemos detenernos, no lo haremos. Somos una sociedad y dentro de nuestra sociedad han ido cambiando los roles, pero no debe cambiar el respeto entre mujeres y hombres.

Me permito hablar con el respeto que todos merecemos, por mi mamá, por mi hermana, por mis amigas, por mis tías, mis primas, por mis colegas, por las escritoras y lectoras, por todas aquellas mujeres que están teniendo sus luchas día con día, por todas aquellas que nos quitaron y por las que seguimos buscando, hablo por todas, escribo por ellas, escribo por mí, escribo para que nos lean y nos escuchen, y si dudas que estas palabras no te representan, yo lo acepto, pero una vez yo estuve en tu lugar hasta que un día, por miedo, no quise salir de casa.

 

Con amor, Ariana Itzamara. Pym.  

sábado, 6 de marzo de 2021

MUJERES. Libro 2.

 EN BLANCO.

6 de marzo del 2021.

Por: Pym.

Libro número 2

Cartucho, Relatos de la lucha en el Norte de México

Por: Nellie Campobello


    María Francisca Moya Luna, una mujer que se atreve a contarnos lo que otros no pudieron o no se atrevieron, tal vez por eso tuvo que esconder su nombre y cambiarlos de forma constante, hoy la conocemos como Nellie Campobello.

Las ficciones con las que Nellie Campobello pobló su vida tuvieron orígenes que aún nadie ha indagado ni interpretado. Ella dio datos contradictorios o simplemente falsos sobre su vida, se cambió de nombre y utilizó el verdadero ¡para disfrazarse!, mantuvo durante muchos años una relación amorosa al mismo tiempo pública y secreta. Todas estas máscaras fueron, entre otras razones, una estrategia de sobrevivencia en el mundo despiadadamente patriarcal de la sociedad, la política y la cultura mexicanas. Fueron muchas otras que apenas si vislumbramos. (Campobello, 2019,p.167)

En estos relatos de muerte y revolución hay historias de momentos trágicos. Nellie Campobello, con sus palabras y su escritura, relata personajes con características peculiares; es a través de una conversación entre el lector y una Nellie niña, como nos enteramos de Los hombres del Norte, entre ellos Cartucho, quien murió buscando lo que quería, pues había sido cartucho a causa de una mujer. O Doña Magdalena, la que usaba sus anteojos para poder leer y le lloraba todos los días a El Kirilí, porque su cuerpo se quedó enfriando en el agua. Pero aquí va otro, Agustín García quería robarse a Irene que tenía como catorce años, fue gracias a doña Rosita y a la mamá de Nellie que nomás no pudo, escondiéndola. No había forma, en esos tiempos y también en los nuestros.

Le contaron a mamá y luego ella me contó a mí, en otros casos, ella lo había visto. Pero entre Los Fusilados hubo una fusilada, de ella, el pueblo contó una historia, que fusiló a su enamorado y después a ella la fusilaron, Nacha Cisneros vivía, coronela de la revolución;

Nacha Cisneros domaba potros y montaba a caballo mejor que muchos hombres; era lo que se dice una muchacha del campo, pero al estilo de la sierra; podía realizar con destreza increíble todo lo que un hombre puede hacer con su fuerza varonil. Se fue a la revolución porqué los esbirros de don Porfirio Díaz le habían asesinado a su padre. Pudo haberse casado con uno de los más prominentes jefes villistas, pudo haber sido de las mujeres más famosas de la revolución, pero Nacha Cisneros se volvió tranquilamente a su hogar deshecho y se puso a rehacer los muros y tapar las claraboyas de donde habían salido miles de balas contra los carrancistas asesinos. […] ¡Viva Nacha Cisneros, coronela de la revolución! (Campobello, 2019,p.70)

A través de los personajes que vuelve a darles vida, conocemos de la situación que se vivía en el Norte de México, en el estado de Chihuahua, entre los años de 1916 y 1920. Tal vez por la vida que tuvo, de la que poco se sabe, hasta algunos años no se le ha dado el reconocimiento que se merece, tanto así, que algunos comentan que, gracias a este libro, se pudo escribir Pedro Páramo.

Los relatos de Nellie, su voz y su estilo no deben quedarse guardados por más tiempo, fue hasta apenas hace unos meses que me enteré de su existencia y del anonimato en que vivió; ella escribió de sus memorias, aquellas que honramos por haberlas vivido y haberse atrevido a escribirlas. En Las mujeres del Norte, hay muchas voces, como portadoras de los relatos, ellas vieron y vivieron, las que también fueron parte.

viernes, 5 de marzo de 2021

YO SOY EL POETA (Carlos Vargas - COLOMBIA).

 

Yo soy el poeta,

que busca el camino bajo

la atmosfera del amor.

Mi alma se estremece y

mi pluma se inspira en

la letra viviente de tu mirada.

 

Yo soy el poeta,

que escucha los cantos

del profeta y que ve

tu espíritu infinito como

resbala ante mis ojos.

 

Yo soy el poeta,

que en ocasiones

adora las nubes y

mi acento débil,

en mi garganta expira.

 

Yo soy el poeta,

que cruza el inmenso desierto,

bajo la luz del cielo que

cubre la tierra,

en busca de tus lazos de amor.

¡Lee nuestros números!

Número 1 Iguales Revista, septiembre 2020: https://drive.google.com/file/d/1E_vTmT5nZ46U1izxbYuhmcmbQPepZeLv/view Número 2: Halloween Navide...