NUESTRA HISTORIA.
EN BLANCO.
¿Cómo
inició nuestra historia?, ¿cómo fue que en realidad nos crearon?, ¿qué pensaron
cuando nos estaban creando?, ¿por qué nos dijeron que al sangrar y tener
dolencias en nuestro cuerpo era un castigo o un pecado?, ¿por qué nos asignaron
las tareas del hogar?, ¿por qué sólo éramos una máquina para criar hijos?, ¿por
qué no nos permitían leer ni escribir?, ¿por qué Eva era una mentirosa que
engañó al hombre?, ¿por qué fue ella la que se comió la manzana?
No
sabemos cómo inició, nos han dicho tantas cosas que hemos desconfiado hasta de
nuestra naturaleza, no sabemos tantas cosas pero estamos en la búsqueda de todo
eso que aún no sabemos. Hemos tenido que buscar un lugar en nuestra historia donde
nos respeten como seres humanos, como personas pensantes, que merecemos amor,
respeto y que valemos tanto como mujeres. Brujas por saber de ciencia y de
artes, mujeres, mujer, sexo femenino, el
segundo sexo. Así nos nombraron pero hay más de todo eso.
En
el camino de nuestra búsqueda hemos tenido que luchar por la reivindicación de
nuestros derechos y nuestra autonomía, por la lucha de nuestra libertad y por
si eso no bastara, por la lucha de nuestra paz. Biológicamente en algunos
aspectos, nosotras no somos iguales a ustedes, nuestra matriz, nuestros pechos,
nuestra sangre de cada mes, nos hace diferentes a ustedes, esa diferencia nos
ha marcado a lo largo de nuestra vida, porque cuando nuestros cambios empiezan
a hacerse más notorios, tenemos que esconder nuestra falda o pantalón sangrados,
esconder nuestros pechos porque ya crecimos y estamos en la mira de ellos. Dicen que cuando nuestra matriz
comienza a ovular ya estamos listas para ser mamás, y luego nos venden como si
tuviéramos un precio, y nos juzgan por no querer serlo. Pero tenemos un cerebro
pensante, dos brazos, dos piernas que a veces tenemos que esconder porque las
pueden tocar sin nuestro permiso. Tenemos un cuerpo que amanece en partes, con
signos de violencia o tirado a cientos y cientos de kilómetros en un lugar
desconocido; tenemos un cuerpo que no respetan, tenemos ideas que no toman en
cuenta y una voz que no es escuchada y todavía tenemos que sentirnos culpables
por ser mujeres.
Con
el tiempo nuestras instituciones incluyeron en los Códigos Penales un tipo
penal conocido como feminicidio, el cual se aplica cuando se da una muerte
violenta a mujeres por razones de género, es
la forma más extrema de violencia contra la mujer, las otras formas “menos
extremas” son la discriminación, violación, el abuso sexual, el acoso sexual, el hostigamiento sexual, el
asedio sexual, aprovechamiento sexual, el acoso laboral y violencia familiar.
Después
de este listado parece que este mundo no fue creado para nosotras, porque
tenemos que luchar por obtener un lugar seguro, o nosotras no fuimos creadas para
este mundo. Así parece porque nos matan y nos intimidan. Tener que luchar, una lucha que parece interminable, un odio que se
nos ha impuesto sólo por ser mujeres.
Todos,
como sociedad, tenemos que educarnos y reconstruirnos para respetarnos los unos
con los otros. Tenemos que aprender a no competir entre mujeres, a no
compararnos, a no sentirnos menos por nuestras características, tenemos que
dejar de ponernos límites entre nosotras. Este mundo ya es difícil para nosotras,
¿por qué hacerlo aún más difícil entre nosotras?
Tengo
que reconocer que he aprendido y que me falta mucho por aprender, pero quiero
agradecer a todas aquellas mujeres que han estado en el camino para tomarme de
la mano y decirme “no estás sola”.
Como
mujeres tenemos nuestra historia, por
ello es que hoy estamos aquí, y aún falta mucho por hacer, pero no podemos
hacerlo solas, no cuando en México no ha llegado a la presidencia ninguna mujer,
no cuando nos ponen muros; la lucha de las mujeres no tiene partidos políticos,
no pertenecemos a esas instituciones que no nos han escuchado, no cuando aún
nos dicen que esa ambiente sólo es para
hombres. No podemos detenernos cuando nuestras niñas están en la calle
siendo violentadas, o cuando están siendo abusadas por sus propios familiares.
No podemos detenernos, no lo haremos. Somos una sociedad y dentro de nuestra
sociedad han ido cambiando los roles, pero no debe cambiar el respeto entre
mujeres y hombres.
Me
permito hablar con el respeto que todos merecemos, por mi mamá, por mi hermana,
por mis amigas, por mis tías, mis primas, por mis colegas, por las escritoras y
lectoras, por todas aquellas mujeres que están teniendo sus luchas día con día,
por todas aquellas que nos quitaron y por las que seguimos buscando, hablo por
todas, escribo por ellas, escribo por mí, escribo para que nos lean y nos
escuchen, y si dudas que estas palabras no te representan, yo lo acepto, pero
una vez yo estuve en tu lugar hasta que un día, por miedo, no quise salir de
casa.
Con amor, Ariana Itzamara. Pym.
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