POEMAS por Ivan Pozzoni. Italia.

 


BALADA DE LO INEXISTENTE


Podría intentar decirte 

con el sonido de mi teclado 

cómo Baasima murió de lepra 

sin llegar nunca a la frontera 

o cómo el armenio Meroujan 

bajo un revoloteo de medias lunas

sintió desvanecerse el aire de sus ojos 

arrojado a una fosa común;

Charlee, que se mudó a Brisbane 

en busca de un mundo mejor, 

termina el viaje 

en la boca de un caimán, 

o Aurelio, llamado Bruna 

que, tras ocho meses en el hospital 

murió de sida contraído 

tras una pelea en una carretera de circunvalación.


Nadie recordará a Yehoudith, 

sus labios rojo carmín, 

borrados por beber venenos tóxicos 

en un campo de exterminio, 

ni a Eerikki, con su barba roja,  

derrotado por la turbulencia de las olas, 

que duerme, arrasado por las orcas,

en el fondo de algún mar;

la cabeza de Sandrine, duquesa 

de Borgoña oyó el rumor de la fiesta 

al caer de la cuchilla de una guillotina 

en una cesta 

y Daisuke, samurái moderno, 

contó las revoluciones del motor de un avión  

gesto kamikaze en un harakiri.


Podría seguir y seguir 

en el calor sofocante de una noche de verano

cómo Iris y Anthia, niños espartanos deformes 

fueron abandonados, 

o cómo Deendayal murió de privaciones 

atribuible al único crimen 

de vivir la vida de un marginado 

sin haberse rebelado nunca;

Ituha, una niña india, 

amenazada con un cuchillo, 

que acaba bailando con un Manitú 

en la antesala de un burdel 

y Lutero, nacido en Lancashire 

liberado de la profesión de mendigo 

y obligado a morir por Su Majestad Británica 

en las minas de carbón.


¿Quién recordará a Itzayana 

y a su familia masacrados 

en un pueblo de las afueras de México 

por el ejército de Carranza en retirada, 

y qué de Idris, el rebelde africano,

aturdido por los golpes y las quemaduras

mientras indomable por la dominación colonial, 

intentó robar un camión de municiones;

Shahdi voló alto en el cielo 

por encima de las astas de la Revolución Verde, 

aterrizó en Teherán con las alas destrozadas 

por un cañonazo,

y Tikhomir, un albañil checheno, 

desplomado ante rostros indiferentes 

en el tejado del Mausoleo de Lenin, 

sin comentarios.


De objetos de la narración 

fracturados en fragmentos de inexistencia 

que transmiten sonidos lejanos 

de resistencia.


EPIMILLIGRAM

 

No debes enfadarte si a veces te nombro,

te he hecho inmortal en el «retrato anónimo».

Mi tinta graba mejor que un tazón de cicuta:

sin que nadie lo sepa, tu reputación ha evolucionada.


LA BALADA DE VILLON


La muerte tiene sus ojos de verano coloreados  

baila con el ahorcado, endosa cabezas decapitadas

le cuenta al suicidio sus historias de invierno, 

que la lágrima de un suicida puede extinguir el infierno.


La muerte recoge flores de huesos gastados

en cerebros goteantes y cuencas oculares agujereadas, 

llora flores de nenúfar en el estómago de los ahogados,

ella, puta, frágil, adiós al celibato.


La muerte se casa con el cadáver quemado, 

sigue siendo la única fuerza fuera de la lógica del mercado, 

abraza al hipercapitalista, al anarquista, al indiferente, 

sin darse cuenta de que no sirve para nada.


Clamamos por la vida, abolimos la muerte, 

lo intentaron en masa con el apoyo del arte, 

distraídos con ricos homenajes y cotillones, 

abolimos la muerte y cantamos Villon.


¿TE HAS QUEDADO SIN LENGUA?


En Unomattina nos han dado una noticia sensacional, 

traídas por WhatsApp y por el mal funcionamiento de los telediarios, 

con la débil esperanza de que el homo sapiens sapiens no se extinga, 

que están perdiendo su lengua.


Todo empezó en el 900, con la caída de los muros del subjuntivo, 

y continuó a lo largo del siglo con la hipertrofia del adjetivo, 

bellissime, splendidissime, hyper-méga-convenable,

para nosotros, Sanremasques, obligados a afeitar los muros a contracorriente.


Consumidores disciplinados de la lengua cockney, 

compradores de palabras de segunda mano en eBay,

patentadores de neologismos de penique, au Gr 

buscando la aprobación de cualquier público.


El mundo Casca, la tierra Casca en pìcarescos frascos 

Los Bruti ocupados en integrar pugi en la lengua del César 

entierran los léxicos sin el beneficio del condicional

acusados de crimen incesti con una virgen ex-virgen.


HOTEL ACAPULCO


Mis manos demacradas siguieron escribiendo 

convirtiendo en papel cada voz de la muerte, 

no dejé testamento, 

olvidando cuidar 

lo que todos definen como el quehacer normal 

de todo ser humano: oficina, hogar, familia, 

el ideal, al fin, de una vida normal.


En el lejano futuro de 2026, toda la defensa 

de un contrato indefinido,

tachada de desequilibrada, 

encerrado en el centro de Milán,

en el Hotel Acapulco, un hotel decrépito, 

reclamando la cosecha de sueños marginales, 

agotando los ahorros de toda una vida 

en revistas y comidas escasas.


Cuando los Carabinieri irrumpieron 

en la decrépita habitación del Hotel Acapulco 

y encuentren a otro muerto sin testamento, 

¿quién contará la historia ordinaria 

de un viejo cortavientos desgastado? 


NO ENCAJO


No encajo, tengo un trastorno límite de la personalidad

reparto codazos como Greg «El Martillo» Valentín,

si no me aplico nunca podré aspirar al Premio Nobel 

un ternero irreductible entre las vacas negras de Hegel.


No encajo, tengo un delirio esquizofrénico 

odio al pueblo y mojo mi pluma en arsénico, 

canto, fuera del coro, como un mitómano de Factor X

desactivando bombas y lidiando con un detector de metales.


No encajo, tengo una disposición asesina, 

deambulo entre los zombis, al estilo del Rey del Pop en Thriller, 

volando bajo sobre la costa cito cocientes, 

obligado a empaquetar subtítulos para los no usuarios.


No encajo, tengo todo tipo de fobias, 

tengo todo tipo de fobias, incluyendo mi amor por el verde, como virtuoso dendrofilo, 

incendiando el mundo, difuminando el tiempo con el zoom, 

me rindo a la obsolescencia de la consecutio temporum.

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